A eso de las 2:35 de la madrugada, el cartero que entra a ese turno de trabajo no pudo abrir con el beeper el portón eléctrico porque había sido forzado. Jum, algo sí que pasaba, y como todo era tan extraño se fue hasta el cuartel de la Policía de Juncos para notificarlo. Pero, los policías tampoco pudieron entrar al correo por el portón principal y, listos al fin, se abrieron paso por la maleza para brincar una verja e inspeccionar el área. Había poca iluminación, los cacos novatos habían cortado la electricidad de los postes del alumbrado.
“Algunos focos prendían y apagaban y las luces más próximas al correo estaban apagadas”, explicó Emily Romero, portavoz de prensa de la Región de Caguas.
Cuando la Policía se acercó más al correo, se percató de que los pillos entraron por la parte posterior de la estructura y causaron daños a las puertas laterales para lograr acceso.
En el interior, se observaba que habían cortado los cables de la alarma de seguridad y vandalizaron cajas y paquetes de correspondencia que había en los tablilleros, los que abrieron, pero no se llevaron nada.
En el área de los cajeros, forzaron un almacén enrejado dentro del cual se guardan tres cajas fuertes con el dinero, giros y otra propiedad del correo. Pero estos cacos, que no se prepararon para su hazaña, no pudieron abrirlas. La razón era muy simple: están selladas y requieren de un código.
Entonces, optaron por arrastrar dos de esas cajas fuertes a una distancia de unos 35 a 40 pies de distancia para montarlas en un camión del correo al cual ya le habían roto un cristal para accederlo y manejarlo hasta cerca de la entrada.
La mayoría de las cajas fuertes están hechas de acero en el exterior y tienen un plato de material de barrera para proteger la cerradura. Abrirlas es todo un proyecto, que ellos reprobaron con F.
La tercera caja fue la única que no arrastraron, ya que luego de pasar tanto trabajo jalando las pesadas cajas de metal, encontraron un montacargas y ahí la colocaron.
Pam, pam, pam... no lograron abrirlas ni llevárselas. Pero como con las manos vacías no se iban, estos mozalbetes optaron por destrozar la máquina de refrescos del salón comedor de los empleados y allí encontraron su raquítico botín: un menudo y el emblema de una de las marcas de refresco.
Y por aquello de fastidiar, abrieron la nevera de los empleados y comenzaron a probar y lanzar al piso la comida.
Las autoridades consideran que cuando los ladrones escucharon al cartero llegar de madrugada, pusieron pies en polvorosa y huyeron por el mismo pastizal por el que llegaron. En su huida, dejaron mucha evidencia que conducirá a su arresto, entre ella herramientas.
Los pillos de poca monta no causaron daños al área de los buzones donde se distribuye la correspondencia ni a la de servicio al cliente. Tampoco, a las cámaras de seguridad.
Curiosamente, los ladrones rompieron la verja de una manera poco usual: en forma de silueta, de tamaño natural, en dos lugares con menos de 10 pies de distancia cada uno. ¡Serán brutos!
Durante una inspección del pastizal circundante al correo, se observó un área de yerba seca en forma redonda, lo que sugiere que tenían el lugar como área de reunión u observación, así como también un camino hecho por el paso constante de estos novatos, ya que la yerba estaba acostada.
La División de Servicios Técnicos de la región de Caguas levantó huellas de la escena, tomó fotos y otra evidencia que les sería entregada a los inspectores postales a cargo de la investigación.
Pero, con evidencia y todo, hasta ayer seguían libres.
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