Dañar a otra no te beneficiará
Por Renata Sánchez / El Universal
Frases como "amigas y rivales" "las mujeres se visten para ellas" o "entre mujeres no hay amistad" son el reflejo de una cultura que enseña a sus mujeres a sentirse inseguras, desconfiar, envidiarse y por tanto discriminarse entre sí, explicó Matilde Matuk, miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México.
En entrevista con El Universal, la especialista explicó que la sociedad inculca la competencia como un valor que mueve tanto a hombres como a mujeres, sin embargo, mientras a los varones se les enseña que "tener problemas no es lo mismo que tener competencia con alguien, pueden ser amigos y competir en el trabajo y no pasaría a más. Para la mujer está más enfocada a cómo ser: la belleza externa e interna que en los hombres no. La envidia a la otra porque está flaca o porque tiene al galán guapo".
Matuk dijo que debido a la histórica opresión masculina sobre la mujer, las féminas debían esforzarse más para poder resaltar aunque fuera un poco. Si bien, generalmente, se centraba en cuestiones como tener al esposo más guapo o hacerlo más feliz, ser la más guapa o la más delgada, la incursión de la mujer en la esfera laboral reestructuró la competencia y, por ende, la discriminación femenina.
"Tenemos que seguir comprobando tanto a hombres como mujeres que sí podemos y a nosotras mismas, sin embargo el querer sobresalir sólo es individual, no nos vemos como compañeras. Se quiere sobresalir y obtener un lugar, pero sólo se piensa en que hay uno y ese debe ser para mí".
"El problema es que se va a lo personal, por ejemplo en una empresa una mujer con puros hombres se desenvuelve perfecto, pero cuando entra una mujer aunque no tenga nada que ver con su puesto, lo empieza a ver como competencia no sólo laboral sino personal. Surgen las envidias y la discriminación", dijo la psicoanalista.
Incapacidad de expresión
Discriminar es hacer menos a una persona y devaluarla para así sentirse mejor con uno mismo al colocarse en una posición superior respecto de quién se discrimina.
El origen de la discriminación es la inseguridad que "no te permite ver lo bueno del otro porque significa que te lo va a quitar o lo tiene porque tú no lo tienes", entonces surge la envidia y la discriminación, explicó Matuk.
"La envidia es cuando en lugar de enfocar la energía a mejorar y envidiar positivamente, nos vamos a hacer a la otra menos para sentirnos bien. El no poder poner en palabras lo que sentimos no estar en contacto con las emociones hace que todo se convierte en enojo, envidia y agresión", dijo la psicoanalista.
El problema de esta educación diferenciada para hombres y mujeres es que mientras ellos pueden arreglar los problemas en el momento, ya sea a golpes o con palabras, las mujeres deben tener una actitud más pasiva, por lo que se guardan lo que sienten hasta que explota.
El no verbalizar las emociones, la inseguridad y el necesitar hacer menos a la otra para sentirse bien impide que muchas mujeres construyan relaciones interpersonales sanas.
"Cuando te enfocas sólo en la competencia y envidia no puedes confiar en nadie porque tampoco confías en ti, eres tan inseguro que consideras que los demás van a necesitar algo de ti y por eso te están hablando entonces no creas lazos de amistad ni vínculos fuertes sino sólo actúas para quedar bien".
Cambiemos el chip
Desde la visión del psicoanálisis dependiendo de cómo elabore la niña un punto de identificación con su madre es cómo va a vivir. La primera competencia que se hace entre mujeres es madre-hija por el padre, depende de cómo elabore la niña a su madre como un punto de identificación es cómo se relacionará con otras mujeres.
"El reto es criar a una hija que se acepte y aprenda a competir sin tomarlo personal. Son las primeras relaciones interpersonales que se tienen y los niños empiezan a relacionarse con los demás, por supuesto que se va moldeando la persona, pero en una base siempre vamos a encontrar la relación que tuvo con la madre y con el padre", explicó.
Ahora bien, otra propuesta es hacer consciente estas actitudes discriminatorias hacia otras mujeres y analizar el origen de ellas y cómo te hacen sentir para poder eliminarlas poco a poco.
"Debes conocerte, conocer tus partes buenas y malas, aceptarte, construir un autoestima alta y con seguridad en ti misma. Con experiencia y madurez y sabiendo que no porque la otra tiene algo que tu quieres te lo quitó".
"En lugar de desperdiciar esa energía en envidiar, ocúpala en generar cosas para tener lo que la otra tiene. En ese momento dejas de envidiar y te enfocas en ti...la energía que tenemos es más fácil depositarla en los demás en lugar de voltear hacia nosotros y autoanalizarnos", concluyó Matuk.
Pasos para frenar la discriminación
1. Empezar a observarte.
2. Analiza tus actitudes frente a la otra.
3. ¿Cómo actúas? ¿la envidias? Piensa porqué.
4. ¿Qué haces frente a la envidia? ¿te hace sentir bien? ¿te gusta?
5. Cuándo actúas discriminatoriamente ¿reaccionas en automático?
6. Identifica tus actos automáticos y cambialos. Si ves a una mujer que consideras muy guapa o muy delgada, dícelo.
7. Sé paciente, no te exijas una transformación total de un día a otro.
8. Siempre ten presente que el dañar a la otra no implica que te estés beneficiando a ti.
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