Joven relata abuso sexual por parte de su padre

Hace dos años, Teresa (derecha) tuvo el valor de contarle lo ocurrido a su madre (izquierda).  (Primera Hora / Vanessa Serra Díaz)

Bárbara J. Figueroa Rosa / Primera Hora

“Teresa” (nombre ficticio) tenía sólo cuatro añitos cuando su papá comenzó a manosearla e inició un patrón de agresión sexual que duró una década y que la sumergió en una pesadilla que, hoy, en plena vida universitaria aún perturba sus sueños.

La idea de tener que pasar fines de semana a solas con el hombre que le arrancó su inocencia la motivó a hablar. Era eso o morir, pues ya por su mente rondaba la idea de un suicidio.Con voz temblorosa y una mirada húmeda e intensa -de ésas que denotan mucho, pero mucho dolor-, Teresa quebrantó el silencio que la consumió durante años a raíz del maltrato que sufrió por parte de su progenitor, Willy Gerena Agosto, conocido como “Willy Cachete”, quien precisamente será sentenciado hoy en la sala 1102 de la jueza Eloína Torres Cancel, del Tribunal de San Juan , tras haberse declarado culpable el pasado mes de diciembre por algunos de los abominables actos que cometió contra su hija.

Fue hace dos años, luego de la separación de sus padres y comenzando su adolescencia que Teresa -quien tiene actualmente 18 años- decidió contarle lo sucedido a su mamá, pues su padre había acudido al tribunal para solicitar establecer relaciones paternofiliales.

“Tenía que decirlo porque yo sabía que estando sola con él la situación iba a ser más difícil y yo no quería seguir sufriendo”, expresó quien durante su niñez manifestaba su dolor haciendo dibujos en el que siempre había una cara triste, un cuchillo y un corazón roto. Unas imágenes que poco tiempo después de haber desenmascarado a su papá cobraron vida cuando aturdida por lo que sucedía y el pleito legal que se avecinaba, decidió cortar sus muñecas. Su madre, Kathy Rodríguez -quien nunca se percató de la situación, pues durante años estuvo “de hospital en hospital” a causa de un diagnóstico de distrofia muscular posparto que tuvo al tener a su segunda hija-, la encontró en la bañera y la llevó inmediatamente al hospital. Desde ese abril de 2009, Teresa recibe ayuda psiquiátrica y psicológica con la que ha podido superar poco a poco lo sucedido. Pero aún falta camino por recorrer en su proceso de rehabilitación, el cual tendrá otra etapa una vez su papá sea condenado por lo que le hizo.

En un viaje retrospectivo, Teresa recordó las primeras mañas de su papá cuando apenas era una niña que comenzaba su vida preescolar en Head Start. “Me acuerdo que me buscaba a la escuela...yo usaba camisa roja y pantaloncito azul... él me metía la mano dentro del pantalón”, expresó sobre esos primeros asechos que fueron aumentando a medida que ella iba creciendo.

“Fui creciendo y las cosas se pusieron fuertes. Me quitaba la ropa, se quitaba toda la ropa él, se metía a la bañera conmigo... no me dejaba vivir tranquila. No podía dormir tranquila, porque en cualquier momento que estuviera durmiendo, siempre él llegaba... yo tenía que tratar de estar despierta para cuando sintiera que me sacaban la sábana... ahí ya sabía que era él”, recordó Teresa, tratando de evitar las lágrimas que inevitablemente la han acompañado durante los pasados años. Porque llorar hasta el cansancio, y hasta quedar sin ánimo, era su único consuelo.

Teresa le suplicó a su papá en muchas ocasiones que no la tocara. Pero él la ignoraba y en lugar de rectificar intensificaba su agresión sexual.

“Yo le suplicaba, lloraba... pero era casi imposible escapar de él. Él cerraba los portones, las puertas y yo corría; pero él me cogía por el pelo, me tiraba el piso y me arrastraba por los pies hasta llevarme al cuarto”, expresó quien era víctima de maltrato sexual por parte de su papá entre cuatro y cinco veces por semana.

Teresa dijo que nunca hubo penetración “porque yo no lo dejaba”, pero sí muchos intentos que terminaron por lacerar su vagina, según consta en un informe que preparó la ginecóloga Nilda Vázquez Dávila.

Además, el enfermo sexual satisfacía sus deseos de otras formas “asquerosas”. “Me hacía de todo...”, dijo sin poder terminar la oración y descontrolada por el temblor de sus manos.

El patrón de abuso, dijo, tomó otro giro en la adolescencia cuando su cuerpo evidenciaba los cambios de niña a mujer. Expresó que para esta etapa, entre los 12 y 15 años, su papá la obligó a fotografiarse con poca ropa y en poses sugestivas. Fue también para este tiempo que la llevó a un motel.

“Yo no sabía para donde iba. Creía que era un hotel. Pero cuando llegamos, había muchos espejos y me obligó a desnudarme...”, expresó la muchacha, cuyo padre comenzó a manipularla obligándola a ingerir alcohol o medicamentos que la “embobaban” .

“Era la única forma de poderme hacer cosas porque ya yo no me dejaba...”, destaca quien asegura que no habló antes para proteger a su hermanita, de 13 años, y a su mamá, quien también fue víctima de violencia doméstica -incluyendo agresión sexual- por parte de Gerena Agosto.

“Ya a mí me lo había hecho... me dediqué más bien a tratar de que no llegará a más y que no le hiciera nada a mi hermanita”, dijo quien describió estos pasados dos años en vistas judiciales como “difíciles”.

“No ha sido nada fácil. He tenido mis recaídas y me empiezo a recuperar, pero siempre vuelven los recuerdos. Y tener que ir a las vistas, enfrentarlos, verlos, repetir tantas veces lo que me hizo... es bien difícil porque esto no pasó una, dos o tres veces... fueron más de 10 años. Por eso quise que el caso se acabara”, expresó quien por recomendación médica accedió a aceptar un preacuerdo, a través de la fiscal Maritza Morales Villamil, para que el hombre se declarara culpable de menos cargos de los que se le radicaron inicialmente.

¿Serán Teresa y su madre las únicas víctimas de Willy Gerena? Sólo él lo sabrá...