En fin, dos páginas no serían espacio suficiente para detallar la huella que dejó el papa polaco Juan Pablo II en sus casi 27 años de pontificado en cada pedacito de tierra que pisó y Puerto Rico no fue la excepción, vaya que no.
Su legado es de tal magnitud que desde el día de su muerte, aquel 2 de abril de 2005, seguidores le han reclamado a la jerarquía de la Iglesia su beatificación. Finalmente, se les dio y mañana 1 de mayo, día de la Divina Misericordia, celebración que él mismo proclamó, será venerado en la plaza San Pedro, en Roma, en una ceremonia que será presidida por el papa Benedicto XVI .
El monseñor Roberto González Nieves, quien partió el miércoles a Roma para ser testigo del histórico momento junto con otros religiosos de la Iglesia católica, compartió con Primera Hora la importancia de Juan Pablo II para el pueblo católico puertorriqueño y, en especial, para él.
“El papa Juan Pablo cuando llegaba a un país besaba el suelo y, por lo tanto, fue un gesto muy delicado, muy bonito de su parte, era como un beso de paz para todos los puertorriqueños y puertorriqueñas”, dijo emocionado desde su residencia en el Viejo San Juan.
Hay otras imágenes memorables de esas visitas. También siempre es recordado el mensaje que impartió, uno en el que animó al pueblo católico a continuar con la tradición del rosario jíbaro cantado, así como a fortalecer la base de la sociedad puertorriqueña.
Fue quien impartió ese ímpetu que hizo posible la construcción del Santuario Nacional de la Virgen de la Providencia.
El religioso fue y será muy especial para González Nieves. Lo conoció en el mes de marzo de 1990. Recordó que estaba nervioso por el encuentro. Le avisaron del viaje el mismo día. “Cuando me vio me dijo: 'vescovo giovane'”, recordó sobre las primeras palabras que le dijo el fenecido Papa en italiano que significan “obispo joven”. Tenía 39 años.
“Me hizo sentir muy tranquilo. Conversamos unos breves minutos y me impactó mucho su mirada. Él tenía una mirada muy penetrante, pero una mirada tierna, se concentraba en la persona con quien estaba conversando”, contó.
Ése fue sólo el primer encuentro de unos seis que tuvo con el pontífice. Después compartió la mesa con él y varios obispos durante sus visitas a Roma como parte de su ministerio.
“Esas conversaciones me dieron una percepción de su candidez. Hacía preguntas, entraba en el diálogo y uno se sentía con la libertad de expresarse”, señaló González Nieves.
Fue Juan Pablo II quien lo nombró obispo de la auxiliar de Boston en 1988. En el 1995 lo designó a la diócesis de Corpus Christi y en el 1999 lo nombró a la diócesis de San Juan.
No estuvo ajeno a las controversias
A Carlos José Wojtyla lo conocieron como el “papa viajero” y el “papa mediático”. Supo utilizar tanto el transporte aéreo como los medios de comunicación social para llevar el mensaje, para dar a conocer la fe católica.
Su figura se considera una de las más influyentes en el siglo XX.
Ese espíritu carismático y su candidez nunca estuvo en cuestionamiento. Pero ese sentimiento no fue una limitación para defender los postulados de la Iglesia. En sus 27 años de pontificado hubo controversias.
Se mantuvo fiel a las normas de moral sexual. Condenó el uso de anticonceptivos siguiendo a sus predecesores en el pontificado. Se opuso a relajar las exigencias de celibato de los sacerdotes, a pesar de las presiones de grupos después de los escándalos de algunos sacerdotes.
Pero, nada, absolutamente nada impidió que se le quisiera y que aún hoy día, a seis años de su muerte, al actual sumo pontífice Benedicto XVI se le continúe comparando con la figura de Juan Pablo II.
“Son diferentes personalidades y estilos, pero me parece que eso es importante. El papa actual es un poco más tímido pero muy profundo, muy poético. Un hombre que entiende la angustia de nuestros tiempos”, señaló.
Beatificación “express”
A casi seis años de su muerte, en enero de este año, el papa Benedicto XVI autorizó la beatificación de Juan Pablo II, proceso que había iniciado el 13 de mayo de 2005.
Pero, fue en diciembre de 2009 que el papa Benedicto XVI lo declaró “venerable” al atribuírsele un milagro gracias a su intercesión. Se trató de la sanación de la monja francesa Marie Simon Pierre, quien asegura que se curó de la enfermedad de Parkinson debido al Pontífice. La curación ocurrió dos meses antes de su muerte.
El proceso fue prácticamente similar en el caso de madre Teresa de Calcuta otra influyente figura para la Iglesia católica en el siglo XX.
Para González Nieves es totalmente comprensible que ambas beatificaciones se hayan dado en un período relativamente corto. “Eran realmente personas muy extraordinarias, excepcionales y de una santidad de vida, de una disciplina, de una entrega a la humanidad que muy pocas personas logra alcanzar durante su vida”, dijo sobre los factores que incluyeron para que el proceso de la beatificación se cumpliera.
Es también meritorio la atribución de un milagro, lo que se cumplió en cada uno de ellos.
Sin duda, se trata de un momento del que hay que ser testigo. No importa si comparte la fe católica, si lo hace a través de la web, de la televisión o de la prensa escrita. Juan Pablo II volverá a ser historia.
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