Contagiada por un esposo que calló todo

En el momento en que Carmen Rodríguez fue diagnosticada pensó que el VIH y el sida eran lo mismo. (Primera Hora / David Villafañe)

Arys L. Rodríguez Andino / Primera Hora

Una prueba de laboratorio bastó para que Carmen Rodríguez se enterara de dos cosas importantísimas; que estaba embarazada y que era VIH positivo.

El esposo de Carmen nunca le admitió que era positivo al virus.El bebé lo perdió, pero con el virus vive desde 1989.

Cuando supo que se había contagiado con VIH, el coraje se centró en su esposo, el único
hombre con el que mantenía relaciones.

“Imagínate, sabes que tienes algo y sabes de conciencia propia que es el único hombre que ha estado contigo y que es el culpable de eso. Peor, se siente uno peor, pero por eso fue que estuve en tratamiento de psiquiatra y con todo ese trabajo pude levantarme otra vez”, narró la mujer de 54 años.

“Él nunca me aceptó a mí que tenía la condición. Él nunca me dijo a mí que tenía la condición. Yo lo supe por medio de ese laboratorio que me hicieron cuando estaba embarazada”, recordó.

¿Cómo reaccionó?

Cuando yo salgo del hospital y le digo: Mira me dieron unos laboratorios y salí con la condición del HIV, ¡que tengo sida!”, porque yo no sabía comparar una cosa con la otra, él cogió y se fue, se marchó. No supe más de él.

¿Así?

Así como así, como nada, sin explicación alguna.

Al principio, ¿cómo lo manejaste?

Pues bien traumatizante, porque no es fácil enterarse de que tienes la condición. Tuve que estar en tratamiento psicológico para poder caer en tiempo y hoy en día, pues, no me molesta decir que tengo la condición porque lo he aceptado.

¿Qué sabías del VIH?

Nada, no conocía nada.

¿Culpaste a tu esposo? ¿Lo responsabilizaste?

Sí. Me rebelé mucho contra él y le cogí hasta odio, es la palabra.

¿Cómo fue tu proceso para informarlo?

El proceso para decirlo a mi familia no fue en el momento, como a los cinco años fue que mi familia se enteró que yo tenía la condición.

Carmen pensó que sería rechazada, pero descubrió que su madre no la abandonaría.

“Mi mamá era una que me llevaba a las citas. Estaba pendiente a mis medicamentos; bueno, a todo, más pendiente a mí que a ella misma.

Con el diagnóstico, Carmen renunció a su vida sexual afectiva, algo que hacen muchas mujeres que viven con VIH.

¿Por qué no has vuelto a tener pareja?

Muchas personas me han dicho que me dé la oportunidad de volverme a enamorar y qué se yo, pero yo, mi corazón y mi conciencia no me lo permiten.

¿Por qué no?

Por no infectar a otro. No, no me gustaría, de verdad.

Ella sabe que hay maneras de proteger a la otra persona, pero prefiere permanecer así.

“Además, a mi edad, ¿para qué?”, insistió la mujer que no tiene hijos.

El diagnóstico significó para Carmen una gran depresión que precipitó su caída en el uso de sustancias controladas y, posteriormente, a la calle, donde estuvo por diez años.

¿Qué fue lo peor de esa etapa?

La verdad, la verdad, el saber que yo estaba haciendo algo que no estaba bien.

Ahora, como participante del programa de Lucha contra el Sida, siente que está en más control de sus emociones.

¿Te sientes víctima?

Fíjate, ya no.