Decenas de personas despidieron a la embarazada y sus dos hijos asesinados.Fotos y vídeo
Por Yainary López Quintana /yainary.lopez@elnuevodia.com
En el momento en el que enterraban los cuerpos de Néstor y Jeremy, el padre de los niños, Néstor García Ortega, fue sacado del lugar por dos personas tras no poder contener los gritos y el llanto.
Esta, fue una de las escenas más desgarradoras durante el sepelio de las víctimas del triple asesinato ocurrido el pasado sábado en el complejo residencial San Juan Park.
La banda de la Liga Atlética Policiaca Municipal de San Juan se hizo presente en el desfile, que encabezó parte de la familia García Ortega. Detrás de ellos, una guagua de sonido sonaba las líneas de una canción alusiva a los hechos.
“De verdad que no puedo, no, no puedo creerlo, como alguien se atreve a quitarle la vida a tres angelitos”, decía la canción que interpretaron
adolescentes y niños trepados todos en la guagua de sonido junto a García Ortega.Con una foto de los niños estampada en las camisetas blancas que vestían, familiares y amigos soltaron globos blancos y azules para darle último adiós a Lorenis Karen Mejías Contreras y sus dos hijos de 10 y 8 años.
Más temprano, la pastora de la Iglesia Bautista de Carolina, Carmen Cecilia Adames, inició la ceremonia de despedida bajo la carpa blanca que cobijaba la multitud alrededor de las tres cajas.
Luego, la abuela materna de los niños, contó anécdotas graciosas de sus nietos y describió brevemente la relación que tenía con su hija.
“Era una buena hija y una buena madre. Siempre estábamos juntas. Me contaba todo. Ella se sentaba conmigo a ver las novelas mientras se comía un plato de arroz”, dijo Ramonita Contreras con palabras entrecortadas por el llanto.
El hermano de Lorenis, José Mejías Contreras, y el padre de los pequeños, soltaron dos palomas blancas mientras varios familiares cargaron los ataudes hasta el lugar donde fueron enterradas.
Previo a la salida para el Cementerio Municipal de Río Piedras, a eso de las 10:30 a.m., los familiares más allegados participaron de una misa de la Funeraria Borinquen en Barrio Obrero.
Frente a los féretros, tres niños estaban vestidos con el uniforme de Nippon Kempo, arte marcial que practicaban los pequeños hacía ocho meses.
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