De vuelta al aislamiento Ésa es la realidad con la cual lucha Carlos Beltrán Santiago y otros confinados que obtuvieron su libertad condicional erróneamente por parte del Departamento de Corrección. (Primera Hora / Andre Kang)
Francisco Rodríguez-Burns / Primera Hora
Hacía calor, pero eso no pareció importarle a José Torres Rivera. Utilizó un rastrillo para recoger hojas en una isleta con grama y no perdía un segundo en la tarea, mientras caminaba por los alrededores de una estación del Tren Urbano de Bayamón. Las gotas de sudor le rodaron por la frente, pero el ex campeón de boxeo aficionado, que fogueaba con la leyenda Wilfredo Vázquez, aseguró que no cambiaría por nada del mundo el tiempo que comparte con sus compañeros de trabajo de la brigada de mantenimiento municipal.
En Puerto Rico se prohíbe otorgarle probatoria a un convicto de asesinato, y Torres Rivera cumplía una sentencia de cárcel de 119 años cuando fue liberado mediante un error procesal, que fue descubierto por el ex secretario de Corrección y Rehabilitación, Miguel Pereira. Ahora, la agencia le otorga un pase diario de trabajo y, prontamente, podría ofrecerle otros permisos para que pueda compartir con su familia durante los fines de semana.La razón podría aparentar ser sencilla, pero resultó ser sumamente compleja. Luego de concluir su jornada del día, que se extiende desde las 6 a.m. hasta las 2:30 p.m., lo esperaba una fría celda en una institución penal.
Torres Rivera figura entre 45 confinados que tuvieron que regresar a prisión luego que cualificaran erróneamente para un programa de libertad condicionada. Aunque pasaron años en la libre comunidad y algunos se casaron y procrearon hijos, además de obtener trabajos, los tribunales fallaron en su contra, provocando su regreso al pasado.
En Puerto Rico se prohíbe otorgarle probatoria a un convicto de asesinato, y Torres Rivera cumplía una sentencia de cárcel de 119 años cuando fue liberado mediante un error procesal, que fue descubierto por el ex secretario de Corrección y Rehabilitación, Miguel Pereira. Ahora, la agencia le otorga un pase diario de trabajo y, prontamente, podría ofrecerle otros permisos para que pueda compartir con su familia durante los fines de semana.La razón podría aparentar ser sencilla, pero resultó ser sumamente compleja. Luego de concluir su jornada del día, que se extiende desde las 6 a.m. hasta las 2:30 p.m., lo esperaba una fría celda en una institución penal.
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